Desde la colina,
la contemplo
erguirse blanca
feroz y rotunda
en el valle marino.
Me conmuevo y grito:
"¡una ballena!"
Corro, vuelo, tropiezo,
me detengo y oteo:
apenas ya una onda
en el desierto azul.
Tal vez, me digo,
ha sido un espejismo,
la ilusión de ver
una ballena.
Es fácil cegarse.
Como cuando de cerca,
ante unos ojos creemos amar.
El mar, tus ojos,
el amor, una ballena.
Mirar al mar es pura magia y es posible ver todo lo que imagines.
ResponderEliminarSí, Tracy. Gracias por leerme.
EliminarTal vez sea como las constelaciones, que no existen, son ilusiones, pero sirven de guía.
ResponderEliminarBesos.
Qué me dices????!! No existen???!!! Un abrazo, gracias por leerme.
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