Es lo indomable,
lo que te barra el vuelo
lo que malvive en la caverna,
en el lodo más
putrefacto del odio y el deseo
Es su fantasma,
escapado de una curva del cerebro
lo que te sobresalta
en la noche de las cuatro
Es él sin serlo,
de nuevo él,
el que ha ultrajado tus sueños,
y tienes la certeza
por el regusto a óxido en la boca
y los cristales de su nombre
aún en la garganta