Frío en el alma
El que ha tenido frío de pequeño,
tendrá frío el resto de su vida,
porque el frío de la infancia no se va nunca. El mundo, J.J. Millás.
−Tengo el invierno
dentro –dijo Pilar entre temblores, los dientes le castañeaban y yo no sabía ya qué echarle encima.
Pilar se había quedado a pasar la noche en mi
casa. Las dos nos habíamos conocido hacía muy poco, en segundo de Filología
Hispánica, pero nos sentimos muy
próximas en seguida. Era hermosa Pilar, toda ella; cuerpo, cara, voz, gesto… Del
abuelo materno que era gitano, había heredado la tez aceitunada el cabello fuerte
y espeso y más negro que el más puro de los azabache. Sus labios bien
definidos, delgados pero llenos, sensuales. Era elegante e inteligente, muy
inteligente y yo la admiraba por ello; por lo bien que hablaba, por su dominio
del lenguaje, por tanto como había leído, por sus escritos… Yo a su lado, me
veía fea, ignorante y mediocre, muy mediocre. Pilar escribía unos textos
virtuosísimos enredados como su escritura. Solían ser textos amargos, tristes.
Toda ella era triste; su voz, su porte, su gesto. Pilar me intrigaba, me atraía
su manera de ser, romántica, melancólica. Yo me dejaba llevar y entraba con
ella en un mundo tenebroso en el que me sentía desconcertada a la vez que
hipnotizada.
Aquella noche se había quedado en casa
porque yo la había invitado. Me apetecía enseñarle mi casa, mi habitación, mis cosas,
que conociera a mi madre. Cuando se metió en la cama empezó a temblar. Era
invierno, pero un invierno suave de esos de Barcelona, teníamos la calefacción
puesta y en su cama había edredón. Yo no lo entendía, llegué a ponerle cuatro
mantas más encima, de lana, de las antiguas, de las que pesan. Ella me tranquilizaba:
−Amiga, no pasa nada, no temas. Ya se me pasará. Es al
acostarme, siento un frío intenso, dentro, muy dentro, calado en los huesos y en
el alma. Es como si tuviera el invierno dentro. Ya hablaremos. Buenas noches.
A medida que fui conociendo a Pilar, me fui alejando de ella. Lo reconozco, me producía más dolor que otra cosa todo lo que me contaba. Me alejé de ella porque no podía con su dolor, bastante tenía, me dije para justificarme, con mi tristeza. Pilar había sido violada de niña y reiteradamente durante unos años, ya no recuerdo cuántos, por su abuelo. Cuando le dije que necesitaba ayuda, me dijo que su madre ya la había llevado al psicólogo pero que ella los había mentido, al terapeuta también, que no pensaba contar lo suyo nunca. Yo no entendía como podía vivir con aquello. Aquello era muy grande para mí y me aparté. Teníamos diecinueve años. Hay fríos que se te meten en la infancia y no salen nunca de tu cuerpo. Eso se lo leí a Millás mucho después y fue entonces cuando comprendí el frío de mi amiga.
Más relatos del frío en el blog de Dorotea.
Un relato duro. A veces no podemos con el dolor de los demás, es verdad amiga, es demasiado par nosotros, y nos justificamos de lguna manera para alejarnos, es como si no pudiéramos imaginarnos tanto dolor.
ResponderEliminarUn abrazo
Es difícil ponerse en el lugar del otro situaciones así. A veces imposible. Hay heridas que no se pueden curar.
ResponderEliminarUn saludo.
Terrible pasado que bien justifica ese frio interior que la pobre sentía. Al no decidirse a contar su secreto, sus espantosas vivencias, jamás superaría ese intenso frio vivencial.
ResponderEliminarTriste historia.
Un abrazo
Lo que dice Millás es verdad y pasa más allá del frío físico.
ResponderEliminarMadre mía! Es realmente impactante tu relato así como la forma de contarlo. Es comprensible el frío que sentía Pilar en el cuerpo y en el alma. Muy acertada la frase de Millás y muy acertado tu relato a partir de ella. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso
Hay golpes en el cuerpo que atraviesan el alma... Y no hay forma de arrancarlos de ahí. Es así, un frío intenso que día a día se va calando más y más... hasta que desborda de tal manera que te congela no solo por dentro, sino por fuera también.
ResponderEliminarBesos.
No encuentro tu blog. Has escrito relato para este jueves?
EliminarUn relato durísimo, y que has sabido transmitir ese frío y esa angustia.
ResponderEliminarUn beso.
Un frío doloroso que cala hasta los huesos. Tu relato es tan humano que llega al alma.
ResponderEliminar(mi corazón se alegra de que estés en casita y bien y te envía mucho cariño de ese que sana cuando lo envían los amigos. )
un beso y un abrazo
Qué intenso! De una tristeza hermosa.
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